sábado, 21 de mayo de 2011

De Madrid al cielo... o al infierno

¡Vaya Feria de San Isidro! ¡Increíble lo enorme y triunfal que está siendo! Si nos preguntan a cualquiera de los muchísimos aficionados que corremos por ahí, el devenir de la Feria de San Isidro, seguro que les hablaríamos de tardes interminables con Florito de principal protagonista, toros con cuajo y seriedad, pocas alegrías....¡Vamos! Lo normal y típico de los últimos años.

Es cierto que Madrid este año tenía un aliciente extra. Debido al fin del pliego, los 'choperitas' metían en plena feria toda la carne en el asador. Aquello que solían dejar para la inventada Feria del Aniversario, venía a ser el centro de la sanisidrada 2.011. Esto unido a la crisis, al bajón de festejos, a la necesidad de colocarse en primera línea, no perder caché y demás, nos prometía una posible pelea y lucha entre los bípedos por salir, al menos, airosos del coso venteño.

Visto así, todo parecía que la máxima de Madrid al cielo estaba cerca de nuestros ojos. Y en lo que llevamos de San Isidro, ya han ocurrido más cosas que en toda la pasada década dentro del ciclo del abono del santo patrón. Ahora bien, ¿esto que está pasando se puede considerar exitoso, beneficioso? ¿Realmente la máxima de Madrid al cielo está no sólo justificada sino vigente en plenitud?

Dado el momento en que vivimos, que vemos enemigos por todas partes, que nos han echado de Cataluña, lugar al que nunca volveré desde el próximo 2.012, que las conciencias se remueven, llenan hojas con firmas, solicitamos el BIC hasta a la Unesco, estamos bajando el listón. Quizás sea porque vivimos en una sociedad de escasos valores éticos, en la que la tragedia hay que esconderla, hablar solo de corruptos y fútbol y echar la culpa de todos los males al terrorismo mundial. Quizás sea porque el amariconamiento que tenemos todos encima nos lleve a oler el perfume y el aroma de un espectáculo devenido en estético, y hagamos como esas histéricas del clavel o el comentarista de los chillidos, es decir, cerremos los ojos al ataque del burel, o gritemos cuan parturienta sin epidural como el matador albaceteño cada vez que un pitón pasa cerca del vestido de los toreros.

Puede ser, también, que el contubernio esté en marcha. Y entre ganaderos de primera fila, toreros de los G (1, 10, 7,...) y empresarios, con tanta reunión y tanta historia, hayan tirado p'alante al final de la mano, y nos vengan a vender, definitivamente, el toro del trapío, el de ellos, el que a otros nos parece anovillado, el del carretón del carne y hueso, el que a otros nos parece la tonta del bote, como el futuro que nos espera en la fiesta, cuando los toros que queremos, como mínimo, son los presentados por El Ventorrillo, y si fueren como el colorao salpicao de Talavante, estaríamos casi todos de acuerdo. Pero no debemos aceptar milongas por debajo de ese nivel.


En toda mi reflexión, me pregunto si este contínuo vivir de fiesta, saliendo por puertas principales con locura, indultando toros sin parar hasta en donde jamás se había hecho no puede ser pan para hoy y hambre para mañana. Porque el hoy, había que haberlo cuidado ayer, cuando decíamos lo que podía llegar y se nos reían. Y me temo que ahora estamos haciendo lo mismo, y el futuro es incierto, y puede que la Fiesta de la corrida española muera por inanición. Así que cuidado, a ver si de este Madrid vamos todos al infierno.

1 comentario:

  1. Sin duda que todo esto es pan para hoy y hambre para mañana, el futuro es incierto y más cuando los que se quieren hacer con las riendas del negocio son los profesionales. La fiesta necesita un sentimiento de arraigo popular, la fiesta tiene que ser del pueblo y esto cada vez parece más un producto elaborado envuelto en celofán que un sentimiento y una tradición popular y así nos vemos, a un pasito del infierno.

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