sábado, 18 de junio de 2011

En recuerdo de un amigo que nos dejó.

Ahora que llega Sanfermín 2.011. Ahora que estamos en la locura y el revuelo de preparar todo lo que tiene que encajar y funcionar como un engranaje bien engrasado durante todas las fiestas, llegan a mi mente ciertos amigos que no veré, que no estarán, que echaré en falta. La mayoría son por circunstancias personales, otros por económicas, que tan difícil están poniendo las cosas. Y, la más dolorosa e impotente es la pérdida de la vida. Hace seis meses y poco escribí, este texto y releído, no puedo más que volver a recordar a un personaje, aficionado, sabio de la calle, a veces excéntrico, y siempre genial.

JESUS, EL DE LA PAMELA.



Ayer llamaba mi padre y me decía que se había muerto Jesús, el hijo de la vecina, que también nos dejó la buena de ella hace un par de años. Ya sabíamos que este día iba a llegar más antes que después, pero uno nunca se quiere hacer a la idea. Jesús, a quien además de una sincera amistad me unía la pasión por los toros y el forofismo por el San Antonio (club de balonmano de la liga Asobal) era un personaje muy peculiar. Su inteligencia, su fina agudeza mental, su rápida labia, su humor irónico que ni 'el humor inglés' hacía de él un espectacular compañero de poteo, de polideportivo, de cualquier plaza, un discutidor tenaz y leído, no como la mayoría.
Trabajador sin fin para poder disfrutar de la vida en plenitud, era un hombre de increíbles salidas, algunas taurinas para formar parte del mejor anecdotario posible. ¡Vamos! que ni el primer volúmen del Cossio. Él mismo tenía la vieja edición completa desde que su padre la empezara a coleccionar y él la terminara, además de muchos libros taurinos, y de toda índole, por supuesto, como cabe en una persona de continua curiosidad intelectual. Aún recuerdo aquel sanfermín, con su mujer e hijo en la playa, porque desde casi toda la vida del crío, Blanca no quería verlo en fiestas, en que colocó en su balcón de la calle Gorriti un cartelón que rezaba, VIENSA, vistas al encierro S.A., en contraposición por la oficina que el gobierno de Navarra le había colocado en frente, VINSA, viviendas de Navarra S.A. Total que con teléfono y todo recibió llamadas a su móvil y unos guiris orientales fueron a eso de las siete y media de la mañana a su casa, a ese balcón, con tele, pastas, café y un gran balcón esperando al encierro, y lo que empezó de broma se tuvo que consumar porque se terminó el encierro y como es obvio la calle Gorriti no queda en su recorrido. "No importa - les dijo, cobrado ya el alquiler - hoy no tocaba que pasaran por aquí, se habrán ido por otro lado. A ver si mañana tenemos más suerte." Y tranquilamente se despidió de la banda oriental que si replicó, él ni se enteró porque como me contaba, juramentos en japonés aún no había aprendido. Y de estas tenía mil y una para contar, no sólo en plazas de toros, donde era crítico y muy ácido con los quehaceres actuales.
Pero si por algo era reconocido en la ciudad, era por su eterna presencia en el apartado, lugar que desde los cincuenta frecuentaba de la mano de su padre, y ya desde fin de los sesenta, primeros de los setenta y hasta este año por estar postrado jamás se perdió un apartado, donde sabía colocarse en el lugar más complicado donde mejor veía, me decía, las reacciones del burel de cara a la tarde. Odiaba la masificación pero ahí estaba. Entraba, con su altura, de blanco, con la camiseta de Jesús obrero, del tiempo de la tos (diez le quedaban aún), y con su pamela que ya perdía el vuelo en todos sus lados después de treinta y muchísimos años en su cabeza, durante las fiestas hasta en la ducha, donde se limpiaba junto a él. Era todo un personaje, al que jamás le importó el qué dirán y para quien algo le dijera, se preparara a recibir tamaña respuesta sardónica como ninguna.
Te echaré de menos Jesús, y mi mujer, tu reina como le decías, también. Ahora bajaremos a Berichitos, a juntarnos en procesión de amigos y colegas, todos para decirte adiós buen hombre, buena persona. Que tu alma vuele entre los cercados de los elegidos y estés discutiendo con Ortega, Rafael, Juan y José sobre tu gran pasión.

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