domingo, 17 de julio de 2011

Sanfermines y sus historias


Para las ocho y media de la mañana del día 6 de Julio, el movimiento de gente en los urbanos de la ciudad era un continuo chorreo de gente hacia la zona céntrica de la ciudad. Todos con el pañuelo en el bolsillo en busca de las cuadrillas para dar comienzo al rito del almuerzo.

 





Un almuerzo en la calle. El tiempo respetando la tradición de ese llenar los estómagos, antes de dar rienda suelta a la locura del chupinazo. Tiempo para reencontrarse con amigos que, algunos, sólo ves de año en año. 



Un chupinazo que llena las calles adyacentes, como la plaza del Castillo, o toda la Estafeta entera.


Y que, a penas una hora después del mismo, deja ya señales de la locura bárbara que supone este día.


Y junto a esos montones, la gente sigue a lo suyo, a la fiesta, a la locura de este día.


Y ¡qué decir de la mañana siguiente! Si para las diez de la mañana la ciudad está tomada para ver pasar a la procesión, y con unos grandes personajes de la ciudad que son seguidos por niños y mayores con el fervor de la costumbre aprendida.


Aunque, siempre hay gente que busca su espacio, a pesar de no tener intenciones de pasar desapercibido.

Y es que Pamplona es ciudad abierta. A veces demasiado. Y eso hace que sean universales, pero también que sufra los condicionantes de las influencias externas que hacen que pierda poco a poco su integridad. Y es que lo que antes era normal y auténtico, mañana habrá desaparecido. Pamplona ciudad de costumbres, en Sanfermines se acostumbra a cualquiera de las que aparezcan.

1 comentario:

  1. Decimos demasiadas tonterias en la resaca post-sanferminera que nos hace ser añorantes e idiotas en nuestras reflexiones

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