martes, 17 de junio de 2014

SANFERMINES: EL ENCIERRO I

En esta primera parte del actual acto central de las Fiestas para la mayoría de las personas que la siguen, la viven o la conocen quiero no ir tan lejos y quedarme a finales del siglo XIX, cuando cambió el concepto de traída de los toros y surgieron Los Corrales del Gas y El Encierrillo, que sin la figura de El Encierro no tendrían su razón de ser.

Y es que la historia nos lleva al año 1.898, que es conocido como el del desastre de España, el del pesimismo total, que dio lugar a toda una generación de pensamiento que todos hemos tenido que estudiar, y que en Pamplona también tuvo su parte de desastre en aquel San Fermín. De siempre los toros venían por cañadas, tardaban lo suyo, por eso la mayor parte de la historia hasta entonces eran los toros de la tierra, esa casta navarra que siempre ocupó zonas de esta tierra hasta que nacieron los primeros ganaderos en seleccionarla. Sucedió que cuando se traían desde las zonas de El Sario (para los que no conozcan son esas zonas donde hoy está el estadio de El Sadar y la Universidad Pública) donde pastaban dando por el oeste la vuelta a la ciudad hasta llegar a la Rotxapea y de ahí subir a La Ciudad por la cuesta de Santo Domingo, etc. hubo público azuzando ya a los toros y se produjo una desbandaba y cinco toros se perdieron y el 10 de Julio de 1.898 no pudo haber encierro. Un dato curioso es que cuatro se encontraron en el valle de Goñi sobre 30 kilómetros de la vieja Iruña. Y el quinto vivió un verano pletórico montando todas las vacas que se encontraba por la cuenca de Pamplona (a los meses hubo que matar un montón de becerros) y fue abatido por la Guardia Civil cerca de lo que hoy es el peaje de la autopista de Zuasti, camino de Vitoria y San Sebastián.

Y como no eran cosas ocasionales, y como los humanos aprendemos a fuerza de errores, se cambió la forma de de venir los toros, dado el avance del ferrocarril se optó por esa fórmula, y se hicieron unos corrales provisionales para guardarlos en la fábrica del Gas, sita junto al puente de curtidores debajo de la muralla. Porque la ciudad ya se había electrificado, el gas no tenían su razón de ser para el dominio público, y sus terrenos quedaron libres y se aprovecharon para poner de manera provisional ahí los toros hasta buscarles otro acomodo. Sabemos que se hicieron de forma provisional, escrito está. Desconozco porqué se da esa provisionalidad cuando 115 años más tarde sigo sin encontrar sitio más adecuado que los que tiene. Ferrocarril más Corrales del Gas fórmula perfecta, teniendo en cuenta que la estación está en la zona de La Rotxapea, y  eran quinientos metros de un sitio a otro. Luego serán los camiones quiénes sustituyan al tren, y los cajones de las casas ganaderas quedarán como reliquias desechadas en polveros.


De ahí, se colocan unas talanqueras en el baluarte de Santo Domingo y nace también El Encierrillo, acto no oficial, y que ni sale en el programa, que era un gran desconocido, pero que, como todo, sufre ya una gran masificación. Es un acto, o era, vivido en silencio, se cierra la calle y cuando el sol está a punto de desaparecer por el oeste, suena la corneta, y con la autorización del mayoral y de la policía municipal, autoridades del acto, comienza en silencio y sin corredores la subida desde los corrales del Gas hasta la corraleta del baluarte de Santo Domingo, desde donde a la mañana siguiente saldrán a recorrer esos casi 900 metros hasta los corrales de la plaza de Toros.


Es curioso que esos corrales del Gas se hicieran provisionales, y duraran cien años largos en el mismo sitio. La verdad es que el cambio ha modernizado más si cabe, y ha acercado aún más al puente esos nuevos corrales del Gas, pero aunque estuvieran bastante deteriorados, eran sólidos, aunque escasos en sus corraletas. Y no fueron tirados por su deterioro porque con un remozado hubiera bastado. No fue desidia sino que el plan de renovación del barrio de La Rotxapea preparado a finales de los ochenta y empezado a ejecutar en los noventa exigía el derribo de muchos edificios, abrir avenidas y entre ello se encontraba el fin de esos corrales centenarios.

Y ahora, todo está preparado para llegar al acto central, para muchos, de los Sanfermines. Esos dos minutos y pico que quitan el aliento, poco más de veinte minutos en los últimos del 2013 de las doscientas cuatro horas que dura la Fiesta desde el Chupinazo hasta el Pobre de Mí.

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