jueves, 10 de julio de 2014

DOLORES AGUIRRE EN PAMPLONA


Cuando la vida no da para más, las cosas por devoción vienen detrás de las obligaciones. Aunque siempre contraigo, desde hace unos años obligaciones con quienes seguir alimentando el ánimo de este blog, que sois todos vosotros, todos los que entráis al mismo, que en Sanfermines, sois muchísimos.

El día 8 de Julio, todo venía con los toros de Dolores, los que más tiempo han estado bajo en agua en el Gas, con un tiempo espantoso para ellos. Y para todo ser viviente.

Encierro rápido, muy rápido, que vi junto a mi amigo Fernando Pizarro, mayoral de la casa, en la plaza de toros.

Tertulia post encierro en ese magnífico lugar que es el bodegón Sarria en La Estafeta, y después al Club Taurino a presentar el libro de Eneko Andueza, Dolores Aguirre, palabra de ganadera. Estuvo Eneko inmenso, y poco más y mis ojos no aguantan las lágrimas. Un libro que recomiendo a pies juntitos, y que todo aficionado debe tener en su estantería.

Corriendo a la foto de la entrega del premio, donde se vivió intensos momentos. La ganadera. María Isabel Lipperheide, obligó a su mayoral a compartir con ella la gloria del premio. El mayoral respondió a posteriori queriendo compartir el sobrecito del dinero que viene anexo al premio, como regalo al mayoral, con el estupor y espontáneo rechazo de la ganadera.




Y a pesar de lo ocurrido a la tarde, esta casa tiene futuro, y sigue la senda iniciada por sus mayores.
Una tarde con frío, que dejo igual de helada a la plaza, y en la que vimos algunos toros de aficionados, carencias de matadores, y desidia de alguno que le cierra definitivamente las puertas a futuro. O eso creo yo.

Un primero y un sexto que fueron más que sus matadores. Un Uceda Leal que en el cuarto debió enseñar a la gente que no funcionaba el burel, manso pregonao, y que recibió romaneo a tope bajo el peto.
Un Marco que debió hacer más, y cuando la gente estaba con él tirarse a por el toro a la suprema sin reticencias, y con fe, que eso le hubiera reportado una oreja, aunque fuera con algo de paisanaje.
Un Paulita que dio los tintes de emoción a una tarde mansa, por la C de actitud y corazón. Pero sin sapiencia en lo que a manejo de estos animalicos hay que saber, y que se aprende en el laboratorio serrano.

Unos toreros marcados, los que han huido de este sexteto. Y otros que tendrán su sitio este invierno por ser esos "héroes" que tanto amaba la señora, porque para ella los diestros que se enfrentaban a lo suyo así lo eran.

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